La persistente actitud del gobierno nacional respecto de la actividad agropecuaria ha mostrado una vez más la cara absurda del desplante. Flaco favor se hace así a la necesidad imperiosa de recomponer las reglas básicas que requiere una economía en crecimiento precisamente debido a la favorable coyuntura internacional
Que al ministro Alberto Fernández le parezca “injusta” la posición del campo ante el gobierno nacional es una curiosidad si se toman en cuenta los antecedentes de este tan hábil como versátil funcionario, cuyos orígenes políticos (dicen) se remontan a un oscuro Partido Nacionalista Constitucional. Su tocayo Aníbal hizo referencia a “la derecha angurrienta” en un tinte al que nos tiene acostumbrados pero que no deja de invitar a una cuando menos llamativa pregunta, ¿Acaso quiere este ministro anteponer la “izquierda no angurrienta” a tal “derecha”?
Palabras vacuas, en el último caso ofensivas, a las que suma lo suyo el flamante ministro de economía, de quien ya nos hemos ocupado: “Parecen expresiones nostálgicas de grupos minoritarios de la derecha argentina”. “Reclaman la apertura de las exportaciones para aprovechar un tipo de cambio competitivo…”. “Refleja (el campo) la visión de un país excluyente sin preocupación por la equidad social”. “Representan el pensamiento que avaló las peores etapas de políticas económicas”.
¿Qué es lo que se pretende con este tipo de diatribas? Nosotros tratamos desde esta humilde columna de analizar las perspectivas económicas y lo hemos hecho muchas veces. Intentamos visualizar cómo seguirán las cosas en el marco de un gobierno que parece disputar en el plano del enfrentamiento ideológico basado en acusaciones a personas y entidades y no en razonamientos y observaciones criteriosas y técnicas, sobre todo en el caso del último ministro citado.
Otras veces hemos señalado la incongruencia del propio presidente de la República al incluir al campo entre los adherentes conspicuos de la “política de los 90” cuando al mismo tiempo señalaba que nunca el campo ganó tanto dinero como en esta etapa. Lo hizo el Dr. Kirchner, lo hizo el entonces ministro Lavagna, y lo hizo la defenestrada ministra Miceli. ¿Esa política, la de los 90, es la que añora el campo? ¿Sus dirigentes añoran ganar menos que ahora, o incluso perder dinero simplemente para lograr un país excluyente y sin preocupación por la equidad social?
El ahora ex ministro Lavagna llegó a decir en su momento que si los dirigentes agropecuarios pretendían que se terminaran las retenciones a las exportaciones deberían conformar un partido político. Llegó a tratarlos de “primates” en economía, dadas las condiciones favorables del “tipo de cambio alto” seguido adelante por este “modelo”.
Observar la realidad no requiere de declamaciones u ofensas. Tampoco de ataques a las personas o a la descalificación ideológica. En un país democrático cada cual tiene el derecho (y el deber) de pensar lo que quiere. Pero todo esto no sirve para utilizar el raciocinio y determinar qué cosa es mejor y qué cosa es peor.
Por lo que ha trascendido el secretario De Urquiza tenía previsto el discurso inaugural de la tradicional exposición palermitana. Pero se le ordenó retirarse sin pronunciarlo según se dice por llamados del ministro Alberto Fernández e incluso del propio Dr. Kirchner, que seguía la ceremonia por televisión. Parece una disputa entre niños en la cual el dueño de pelota decide quién juega y quién no.
Repasemos brevemente qué dijo Luciano Miguens que tanto enfadó al presidente, ya de por sí marcado para siempre por su negativa a concurrir a estas exposiciones como si se tratara del mismísimo infierno.
Dijo Miguens: “A la inflación se la debe combatir, no esconder”. “La forma de abastecer los mercados es aumentar la producción”. “Se deben eliminar las retenciones, liberar las exportaciones y liberar los mercados”. “La política económica presenta problemas”. “…una cosecha equiparaba al gasto público (cuando asumió Kirchner), y ahora se requieren tres cosechas”. “…cuando se elija (el nuevo gobierno) se deberá vivir con las consecuencias de esa elección”.
En nuestra modesta opinión, salvo en el último caso, las demás afirmaciones reflejan una posición ante la realidad económica en la que está inmersa la actividad agropecuaria y no son otra cosa que una visión de los hechos como otra cualquiera. Punto.
¿No era factible que un representante gubernamental (no ya el presidente que por las razones que fueren se niega a asistir a la exposición) respondiera y retrucara tales opiniones? Incluso en el último caso, ¿no era posible dar una respuesta ubicando a Miguens en el espacio que le corresponde en lugar de incursionar con una opinión política de tinte electoralista en todo caso?
La verdad es que cuesta entender la posición del gobierno. A la exposición asistieron casi un millón de personas y están representados todos los sectores del agro, la ganadería y la industria vinculada a la actividad por lo menos. ¿Quiénes son los recalcitrantes, intolerantes, excluidores, derechistas a ultranza y no sabemos cuántas cosas más que hacen que un presidente constitucional haya retaceado su asistencia durante varios años y finalmente haya ordenado a los funcionarios no ya a que no asistan, sino a retirarse sin hablar?. ¿Está el gobierno metiendo a todo el mundo en la misma bolsa o no?
Palabras vacuas, repetimos. Alarmantes por lo que representan: la intolerancia. El gobierno no tiene obligación de asistir si no quiere. Pero si insulta y ataca, cae en la peor de las intolerancias, además. Porque no retruca con argumentos y lógica, sino que lo hace con intentos descalificatorios de personas y entidades. Encima de un modo infantil, absurdo.
Veamos entonces brevemente la realidad económica dentro del esquema o “modelo” imperante. El gobierno ha prohibido exportaciones de carnes, ha presionado con listas de precios “truchas” en el mercado de Liniers a los ganaderos, ha “pisado” el precio del trigo y aumentado las retenciones de lácteos y soja para “regular” los precios, ha “suspendido” a los principales consignatarios de hacienda con argumentos pueriles y no sujetos al procedimiento legal, ha acusado a los productores de angurrientos (mucho antes de ahora) y avaros, los acaba de acusar nuevamente en la boca de tres de sus ministros, a puesto topes al kilaje de faena de haciendas que ha modificado una y otra vez yendo y viniendo sobre sus pasos. El gobierno ha acelerado el proceso inflacionario y provocado la escasez de combustibles, ha hecho perder dinero a productores y exportadores, ha pretendido que los precios si suben es debido a pactos espurios entre productores y consignatarios. El gobierno ha llegado a amenazar con el cierre del mercado de Liniers, luego de prohibir las ventas directas de hacienda. Ha llegado a barajar la idea de que las haciendas hasta una determinada cantidad de kilómetros de Buenos Aires solamente pudieran venderse en Liniers.
Este gobierno ha intervenido en el mercado triguero de modo que el afrecho es hoy más caro que el trigo. Se ha quedado con buena parte de los ingresos por exportaciones, lo cual hace que el dólar real que percibe el ganadero se ubique entre un 25 y un 30% menos que el que percibe un industrial, mientras que sus insumos se obtienen al tipo de cambio oficial. El gobierno ha provocado con su política tarifaria ingentes problemas de abastecimiento energético y deteriorado seriamente el afán inversionista de productores, y la consistente liquidación de stocks ganaderos a través de un intervencionismo a la veleta, con idas y vueltas insólitas. Y con ministros que prohíben exportar hasta el corned beef mediante “resoluciones” de una inconstitucionalidad que ha hecho revolcar en sus tumbas a los padres fundadores.
¿Por qué se supone que el discurso de Miguens debiera que ser otro que el que ha sido? Esta mañana, en una radio capitalina, el ministro Alberto Fernández decía que los dirigentes tienen un discurso en el palco y otro cuando están con los funcionarios. ¿De esto acaba de enterarse el gobierno o lo sabe desde el comienzo cuando el propio presidente Kirchner se negó a asistir a la inauguración de la muestra hace 4 años? ¿Es razonable que quien pretende negociar ante funcionarios cargados de soberbia y mandamasismo como el secretario de comercio, lo haga con los proverbiales tapones de punta sabiendo que tal funcionario tiene el visto bueno del propio presidente de la Nación?
¿Alguien tiene alguna duda que el gobierno intenta tapar la inflación en lugar de combatirla? ¿Se aumentará la producción con estos vaivenes Ciclotímicos y con estas acusaciones ridículas a la gente que trabaja en lo suyo a su manera y como puede? ¿Habrá que tener discursos afines al presidente para que éste asista a exposiciones o muestras? ¿Los “grupos minoritarios de la derecha argentina” (Peirano dixit) deberán desaparecer o callarse la boca so pena de condenar a todo un sector al ostracismo? ¿Tendrán que dejar de ser “la derecha angurrienta” según el parámetro del, en este caso, dueño de la medida de la angurria, Aníbal Fernández?
Volvemos una y otra vez al principio de este comentario. Si cada cual tiene el derecho de expresar lo que piensa, y lo hace, además, con argumentos y antecedentes, cabe esperar en un país democrático una respuesta acorde a las circunstancias. Miguens y los suyos podrán estar muy equivocados y ser todo que el Sr. Peirano y los Fernández pretendan, pero ninguno de los puntos que el dirigente ruralista tocó fueron respondidos. Ni bien ni mal. Lo único que por lo menos nosotros hemos oído y leído es que el tipo de cambio alto los ha favorecido, lo cual es parcialmente cierto ya que en realidad tal tipo de cambio es muy inferior en el caso del campo (por efecto de las retenciones). Y la acusación de angurrientos y de querer volver a las peores políticas económicas (que incluyen, según la óptica imperante, los años 90) resulta contradictoria ya que en esos años la producción agrícola ganadera perdía plata en muchísimos casos, o por lo menos no ganaba lo que según reiteradas afirmaciones oficiales ganó en estos últimos 4 años.
Y como hemos dicho, la exposición incluye a la agricultura, a la ganadería, y a la industria. Con lo cual, si bien representa tradicionalmente al sector agrícola ganadero, no deja de conformar junto con la industria que le acompaña, el verdadero motor del país. Sería bueno que alguna vez se reflexione sobre esto, se dejaran los discursos cargados de agresión, descalificación e intolerancia, y se pensara en armar una política seria, consistente y ajustada a derecho para perdurar durante muchos años. Es decir, que se tome en serio lo que es serio. Que se pongan las barbas en remojo sin tratar de etiquetar al que se tiene enfrente. Y si hace falta un mea culpa, tanto de un lado como del otro, que también se haga.
Infantiles, intolerantes e incongruentes, las declaraciones oficiales son el símbolo más acabado de una visión que en sí misma es excluyente. Justamente aquello de lo que se acusa a quienes representan al campo.
La sensación que nos queda, como reflexión final, es la de que el millón de personas que asistió a la Rural es un número demasiado significativo y elocuente, de donde puede inferirse que si el gobierno persigue el voto del ciudadano desprevenido, ha comenzado a equivocarse fiero.
Buenos Aires, 5 de agosto de 2007 HÉCTOR BLAS TRILLO
ESTUDIO
HÉCTOR BLAS TRILLO
Contadores Públicos
economía y tributación
Av. Rivadavia 13.876 - 1º “L” – 1704 Ramos Mejía (BA)
(011) 5254-5820 (011) 154-4718968 (011)45654-6598
Escúchenos por 94,7 Radio Palermo los miércoles de 19 a 20 hs en “De algunos para todos” (www.radiopalermo.com.ar) y los martes y jueves de 7:30 a 9 hs. en AM 770 Radio Amplitud
Como citar este texto:
Héctor Trillo (15 de Ago de 2007). "El Gobierno contra el Campo". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/notas/gobierno-campo (Consultado el 13 de Mayo de 2021)