Algunos datos de la realidad se contraponen a las constantes declamaciones de los funcionarios del área económica y también de la política. Otros en cambio, van en el mismo sentido, esto es, en el sentido inverso.
La misión del FMI acaba de concluir su visita al país y entre sus recomendaciones está la de atacar la inflación con métodos un poco más ortodoxos. En otras palabras, dejar de jugar con presiones sobre los índices y dedicarse a las causas, que es lo que efectivamente hay que hacer. Porque más allá de la ortodoxia, la ciencia económica parte de una realidad matemática: escasos bienes para una determinada cantidad de dinero, si baja la existencia de los primeros, o sube la suma del segundo, hay inflación. Y esto último es lo que viene ocurriendo en la Argentina desde la salida de la convertibilidad. El presidente por su parte parece que se comprometió a que lo gastos dejen de subir más que los ingresos, achicando así el superávit, como ocurre desde hace prácticamente un año. Esta promesa resulta curiosa, por la necesidad de hacerla, más que todo. Es decir que una cosa tan obvia no puede surgir de un acuerdo o de un compromiso surgido de un análisis de un organismo internacional, sino que tiene que ser producto de la pura obviedad. Y no lo es. O no lo ha sido.
La Lic. Miceli viene prometiendo políticas activas para incentivar la inversión, mostrando como siempre decimos que es preciso aplicar políticas activas porque de lo contrario la inversión no llega en la cuantía necesaria, pese a que todo va bien y crecemos al 9% anual. Miceli había intentado desde el Banco Nación con créditos subsidiados fomentar la inversión privada. Ya se sabe cómo son las cosas: los créditos terminan siendo de dificultosa obtención, salvo que se den ciertas condiciones, más bien vinculadas con la amistad o el conocimiento.
Precisamente, y en el mismo sentido de esto que decimos, al Dr. Lavagna se lo acusa de haber otorgado desgravaciones o ventajas impositivas previstas en la ley 25.924, mayoritariamente a clientes de la consultora Ecolatina, que era de su propiedad hasta el año 2000. Lavagna salió a demostrar que él había vendido tal consultora, y que por lo tanto nada tenía que ver una cosa con la otra. Una explicación que no convence a nadie, por cierto, porque una cosa no tiene que ver necesariamente con la otra.
Es que todo parte del mismo concepto: alguien, un funcionario, un secretario de Estado, un ministro, decide a quién y cuánto. Y cómo. El poder omnímodo de disponer de lo ajeno es terrible, por eso Alberdi planteó en su “Sistema Económico y Rentístico” la necesidad de limitarlo al extremo. El mismo Lavagna había acusado públicamente a Vialidad por sobreprecios en las licitaciones de obras.
El presidente, por su parte, parece que quiere aumentar las reservas de divisas y llegar a 30.000 millones de dólares a fin de este año (están en 24.000 millones) Y a 38.000 millones para las elecciones de 2007. En tanto tales divisas se adquieran con superávit puede discutirse si conviene destinar el dinero a obra pública o a pagar la deuda, pero si la compra se hace con emisión, la caldera inflacionaria seguirá su curso, cada día más grave, por lo demás, como puede verse en la multiplicación de conflictos, controles, trabas, vedas a la exportación y toda la gama de presiones sobre empresas.
Mientras tanto, el acuerdo firmado con México establece reducciones arancelarias y exenciones entre ambos países para alcanzar el libre comercio en una década. Atrás parecen haber quedado las rencillas con Vicente Fox, y sobre todo las diferencias que tanto enojaron al mandatario mexicano y al propio Kirchner hace unos meses. Pero más allá de eso, lo cierto es que acordar con México en esos términos no parece responde a la línea anti NAFTA o anti ALCA, sino todo lo contrario. El dato no es menor, por cierto. Y lo consideramos muy positivo.
Los acuerdos de precios han llegado al turismo, una cuestión que parecía bastante ajena a la canasta diaria. Sobre todo porque el turismo extranjero encuentra a la Argentina baratísima en razón del tipo de cambio artificial sostenido con emisión que tenemos. ¿Los acuerdos logrados bajarán el costo del hotel para turistas extranjeros o solamente será para los locales estableciendo diferencias de precios que tanto critican ciertos funcionarios gubernamentales?. No sabemos. O mejor dicho, sí sabemos. Sin duda así será, tal como lo es actualmente por lo demás. Los precios locales son para “vivir con lo nuestro”, no para salir a visitar Colonia del Sacramento, por ejemplo.
El mundo por su parte está bastante convulsionado. Las bolsas y el oro han caído y mientras tanto el petróleo vive una incertidumbre en torno de los 70 dólares, aunque no son pocos los que auguran un cercano techo de 100 dólares por barril. Esta situación de alguna manera favorece a los bonos de los mercados emergentes, como el nuestro. Una situación que en definitiva no terminamos de convencernos de que convenga, dada la forma en que se ha incrementado el gasto público y la expectativa cada vez más grande el próximo año electoral, sinónimo de más y más gasto, como siempre.
Un párrafo final dedicaremos al remanido tema de la carne, que no baja en las carnicerías pero sí baja el precio de los animales vivos, según se quejan las organizaciones de defensa del consumidor. La cuestión pasa por el hecho de que los precios son pagados por el consumidor y por eso no bajan más (han bajado un poco, como también bajó la calidad de la carne en líneas generales al provenir de animales grandes ante la prohibición de exportaciones y la correlativa de impedir la faena de animales de menor peso). De manera que la incomprensible política de la veda ha servido para que los productores pierdan muchísimo dinero y este se quede en buena medida en la intermediación frigorífica. Porque mientras los precios sean pagados por los consumidores, no se entiende por qué alguien habría de bajarlos. De manera que se agolpan los animales vivos, por lo cual baja su precio, pero los frigoríficos compran lo que necesitan y venden al final de la cadena a los precios que paga la gente. Y si tales precios bajaran, aumentaría el consumo de carne y por lo tanto subirían los precios de los animales vivos. Si esto ocurriera, el funcionario Guillermo Moreno saldría con los tapones de punta a acusar a la “patria ganadera”, imaginamos. O el mismísimo Dr. Kirchner. ¿Es tan difícil de entender cómo funciona el mercado en general?
Así terminamos nuestro comentario semanal, en el cual puede verse, como de algún modo señalamos al comienzo, que la lógica seguida tiene la impronta de la ilógica.
Buenos Aires, 10 de junio de 2006
Como citar este texto:
Héctor Trillo (10 de Jun de 2006). "Actualidad Económica". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/notas/actualidadeconomica (Consultado el 05 de Ene de 2018)