Autor: Lic. Aldo M. Abram
Recientemente, el empresario automotriz Cristiano Rattazzi lanzó una frase queirritó a algunos de sus colegas industriales: “Vivir con lo nuestro lleva a máspobreza”. Incluso, alguno argumentó que si uno no vive con lo propio es porquevive de lo ajeno. Una simplificación sin sentido que desconoce el significado de lamitológica frase que se instaló en la Argentina desde hace ya mucho tiempo. Con“Vivir con lo nuestro” se pretende llegar a una economía autosuficiente en términosde ahorro e inversión. En una palabra, la Argentina pasaría a ser como RobinsonCrusoe en su isla y todos sabemos que dicho naufrago no vivía precisamente bien.Esta teoría se basa en que es malo endeudarse con el mundo; por lo tanto, esmejor ahorrar mucho internamente para hacer las inversiones necesarias paradesarrollarse. Pues bien, para ahorrar más, debe consumirse menos. Por lo tanto, siel nivel de bienestar económico está definido por la cantidad de bienes y servicios alos que tienen acceso sus ciudadanos, éste deberá ser menor. Además, como estarestricción de gasto afecta al conjunto de la sociedad, será mayor la pobreza. Conesto basta para demostrar que tiene razón el Dr. Rattazzi; pero continuaremosargumentando a su favor para que no queden dudas.
Es por lo expuesto anteriormente que los países que verdaderamente se handesarrollado, para hacerlo minimizando el costo en nivel de vida de la población,han tendido a aprovechar los flujos de inversiones y el financiamiento extranjero.De lo producido con el capital externo, siempre, la mayor parte se distribuirá en elpaís receptor, como salarios y pagos a proveedores, brindando empleo y mejornivel de vida. Una porción menor, fluirá al exterior como beneficios y repatriacióndel principal, para compensar el riesgo empresario asumido. En tanto, si alguientomó prestado a un extranjero, debe haber considerado sus posibilidades de repagocon los ingresos que puede generar en el país y seguramente realizó un gasto que,de otra forma, o no se hubiera podido hacer o hubiera tenido que sustituir a otro;disminuyendo el bienestar del conjunto de los habitantes de dicha nación.
El mito de que el financiamiento externo es malo se basa en que, en la Argentina,quién tomaba esas deudas impagables fue el gobierno, para despilfarrársela desdeel Estado o desde las empresas públicas. Por supuesto, ese gasto improductivo nogeneró capacidad de repago y el pasivo terminó enfrentándolo un exprimido sectorprivado, que se volvió ineficiente y poco competitivo gracias a este aumento delcosto tributario que se le impuso. También, ha sucedido que las políticas públicashan incentivado artificialmente la acumulación de deuda externa por parte deempresas y ciudadanos para, de esa forma, hacer crecer la economía más allá de losustentable. Por lo tanto, a la larga, cuando esos modelos económicosinconsistentes se caían, se volvían impagables los pasivos en moneda extranjerasasumidos.
Un claro ejemplo de que “Vivir con lo nuestro” no es una virtud, sino un defecto, loda la actual crisis. Si durante los años de bonanza la Argentina se hubiera dedicadoa construir credibilidad (es decir crédito), hoy tendríamos financiamiento externopara sostener nuestra demanda interna y minimizar los costos del ajuste; comohacen otros países emergentes que siguieron este camino. Sin embargo, en losúltimos ocho años, nos dedicamos a destruir la reputación del país como deudor y,por ende, hoy no contamos con los instrumentos necesarios para disminuir elimpacto de la incertidumbre internacional. Por lo tanto, el resultado será menoractividad y mayor nivel de desempleo y pobreza.
También, el “Vivir con lo nuestro” apunta a un mayor proteccionismo que permitaproducir todo en la Argentina. Hace ya mucho que la Ciencia Económica hademostrado que eso es imposible, incluso para las más grandes economías delmundo que tienen muchos recursos y podrían aplicarlos a fabricar más tipos debienes y servicios a grandes escalas. Cuanto más pequeña una nación, menor lacantidad de rubros en los que se puede lograr los niveles de producción necesariospara ser eficiente.
Una economía es el resultado de las decisiones y acciones de cada uno de losindividuos que la componen. Por lo tanto, podemos asimilarla a una familia.Ninguna familia produce todo lo que consume. Sus miembros generan ciertosingresos brindando algunos bienes y servicios en los que son más eficientes. Luego,compran lo que necesitan y no pueden o no les conviene desperdiciar su tiempo yesfuerzo en producir ellos mismos.
Por ejemplo, una familia con muchos miembros seguramente podrá destinar mástiempo a las tareas del hogar que una más pequeña; aunque siempre puede existirla posibilidad de que se considere tercerizar esas labores para dedicar dichoesfuerzo a otras cosas que se prefieran. Sin embargo, siempre, la mayor parte delo que consumen lo deberán adquirir de otros individuos. Con los países pasa lomismo, con los recursos disponibles, deben producir aquello que se hace máseficientemente y, luego, con las divisas obtenidas con su venta al exterior,comprarle al mundo aquello que afuera se hace más barato. Así se logra el máximoposible de disponibilidad de bienes y servicios para la comunidad. Es decir, semaximiza su bienestar económico.
Además, cuando un gobierno protege a un sector con aranceles, restricciones a laimportación o un tipo de cambio artificialmente alto, está incrementando surentabilidad a costa de la calidad de vida de quienes consumen su producción. Dadoque las ganancias son la señal que tienen los empresarios para asignar suinversión, éstos tenderán a destinar una mayor cantidad de recursos a proveer esebien o servicio; cuando hacerlo localmente es ineficiente y más costoso queimportarlo. Para el conjunto de los argentinos, hubiera generado mayor empleo ybienestar el destinar ese esfuerzo a otros sectores donde el valor de lo producidosea más alto y, el nivel de rentabilidad, real. Con esa mayor riqueza, el país hubierapodido contar con muchos más bienes y servicios de producción propia y delexterior.
Conclusión, hemos demostrado que el Dr. Rattazzi tenía razón y, también, que esfácil entender la indignación que generó en algunos industriales. Muchos de ellos,están acostumbrados a ganar plata sin invertir ni hacer el esfuerzo suficiente paraser más productivos; por lo que dependen de que el Estado los proteja del ingresode productos extranjeros fabricados por empresarios que sí buscan mayoreficiencia. Por supuesto, esta protección implicará que los consumidores argentinosdeberán pagar mayores precios por esos bienes y, así, deberán sostener la riquezade dichos empresarios ineficientes con un menor nivel de vida propio. Además, lospocos recursos con los que cuenta la Argentina, especialmente el capital, sedestinarán en mayor medida a sectores que generarán un menor nivel de bienestary empleo para el total de la economía; aunque incremente el ingreso de losempresarios y trabajadores privilegiados. Por ello, es cierto, que para algunos“empresarios” resulta más conveniente “Vivir con lo nuestro”; es decir, a costa demás pobreza y menor calidad de vida del resto de sus conciudadanos.
Autor: Lic. Aldo M. Abram - Junio de 2009
Como citar este texto:
Econlink (01 de Jul de 2009). "Economía Argentina". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/node/2254 (Consultado el 14 de Mayo de 2021)