Resumen:
El siguiente ensayo refiere a consideraciones teórico-prácticas respecto al mercado negro de cannabis. Se argumenta que las actuales políticas destinadas a su contención o control son, por definición, impracticables al valerse de la coerción dentro de un contexto de “economía de mercado”. Así mismo se proponen alternativas compatibles a las reglas impuestas por el mercado y se plantea un ejemplo ilustrativo basado en datos reales.
Abstract:
The present essay refeers to theorical and empirical considerations about the cannabis illegal market. It argues that the traditional policies used against cannabis are, de facto, impossible to apply due the incompatibility between a “free market society” being opressed by coercitive policies. Also, “market compatible” alternatives are exposed as better way of assuming the issue.
No es ninguna noticia el hecho de que el narcotráfico representa una importante y basta fuente de dinero y poder, en latinoamérica particularmente ha sido un problema de estado para casi todos los países de la región, principalmente en lo que se refiere al control de la producción de estupefacientes.
La lucha contra el narcotráfico significa también una enorme masa de escasos recursos destinados a campañas e investigaciones policiales que además de dar por tierra todo rastro de legalidad constitucional en la mayoría de sus procedimientos han probado ser tan ineficientes como costosas, haciendo que el precio por cantidad incautada en manos de la ley sea varias veces superior al de mercado, dado el altísimo “costo de intercepción” en el que incurren. Dejando momentáneamente de lado el hecho de los altos costos de la actual política en la lucha contra el narcotráfico, resulta ineludible destacar el hecho de que en nuestro país el actual esquema jurídico en lo referente a estupefacientes y en particular al cannabis, ha demostrado ser de carácter represivo.
La lucha contra el narcotráfico ha resultado en cárceles atestadas de consumidores y pequeños comerciantes, donde los primeros soportarán el hecho de haber sido procesados penalmente, en una sociedad de estratos y regiones sociales bien definidas e impermeables.Por el lado de los pequeños comerciantes, es evidente que el hecho de sacarlos del mercado no implica para nada cambio alguno en la función de oferta. La lucha contra el narcotráfico ha sido hasta ahora una lucha para contener la oferta, presionando sobre sus canales de comecialización y consumo haciendo uso de la herramienta más inútil para cualquier sociedad de mercado: la coerción. En efecto, si bien cualquier individuo en cualquier sociedad se somete a las leyes y normas que la rigen, también es cierto que los individuos se someten voluntariamente de acauerdo a su sentido y necesidad de pertenencia social. Este sometimiento voluntario existe como tal no por una naturaleza humana tendiente ala sumisión sino debido a la existencia de beneficios directos a tal sumisión. Ningún hombre seajustaría a las leyes de no ser porque éstas le aseguran a él el cumplimiento de las mismas porsus pares y de esta forma le brinda el beneficio directo de la seguridad y muchas otrasactividades sociales de provecho.
Se ha dicho que el hombre no comete actos de maldad mas que por carecer de una verdadera conciencia acerca del mal que se le imputa haber hecho. Siguiendo esto, el consumidor de cannabis carece de una conciencia real acerca de lo que su transgresión significa para la sociedad, no porque desconozca o no quiera admitir la naturaleza de su transgresión, sino porque al conocer en carne propia su hábito, le es imposible conciliar elimaginario colectivo acerca de su hábito con su propia experiencia en el asunto. De estamanera, el individuo no posee deseos de someterse a las leyes respecto a s uconsumo, no por conocerlas sino por no reconocerlas como un beneficio más allá de evitar la sanción que transgredirlas implica.
La sociedad de mercado en la que estamos inmersos se basa precisamente en relaciones de intercambio bajo la premisa de que éstas relaciones resultan benéficas para la misma por diversas razones tan estudiadas y discutidas que excederían al asunto que queremos tratar.Sea por las causas que sean, lo cierto es que la sociedad de mercado es un hecho presente entoda la sociedad occidental. Las relaciones de intercambio dan lugar a la especialización productiva y el comercio surge de ésta como respuesta a las necesidades de los hombres de abastecerse de aquellos bienes que no producen. Si bien el comercio ha existido bajo otros sistemas económicos, en nuestra sociedad la lógica comercial opera sobre virtualmente cada aspecto de la actividad humana.
La prohibición al consumo y tenencia de cannabis ha hecho que en una sociedad comercial donde las necesidades se satisfacen exclusivamente mediante el intercambio, surja un mercado (ilegal) como respuesta a esta demanda insatisfecha. Aquellas regiones con ventaja scomparativas para la producción de este bien han respondido como es de esperarse,expandiendo los cultivos de cannabis y creando a la vez un nuevo entramado de relaciones producción. Estas relaciones al carecer de regulaciones han probado ser inequitativas,enmarcadas de ilegalidad y de un auténtico perjuicio moral y económico para quienes ven el fruto de su trabajo expropiado por aquellos “capitalistas” que comercializan su producción en el mercado internacional. Más aún, la relativa rentabilidad que éste cultivo ofrece ha hecho del desarrollo sustentable una tarea muy dificil, al someter a empobrecidos productores rurales ala producción del unico bien que, dada la pequeñez de sus parcelas productivas, les representa una minima ganancia.
Por el otro lado, la producción de cannabis está sostenida por capitales internacionales,principalmente “empresarios” brasileños, quienes dan al productor una paga de tres dólares diarios y las semillas necesarias para el cultivo. Se estima que la producción total esta controlada por no mas de veinte familias y que la distribución y comercialización esta concentrada en no mas de tres organizaciones.
El producto recién cosechado vale para el campesino diez dólares el kilogramo.Posteriormente el acopiador quintuplica su valor, donde el distribuidor mayorista aplica u nmarkup tal que el precio por kilo en la frontera paraguaya asciende a los cien dólares, es deci rdiez veces más de lo que recibe el productor.
Al arribar a otros países, el precio por kilogramo, por ejemplo en Chile, asciende a los quinientos dólares, es decir cincuenta veces más de lo que recibe el campesino paraguayo. Si jugamos un poco con los datos disponibles (poco confiables y seguramente adaptados para ser benevolentes con las políticas oficiales) sabemos que una hectárea de suelo puede rendir hasta una tonelada y media por cosecha siendo posible cosechar dos veces al año.
Se estima que solo en Paraguay hay mas de cinco mil hectáreas cultivadas, lo que significa
una producción anual de ciento cincuenta mil toneladas. La cantidad anual producida en dólares a precios finales es de U$S 9,000,000,000 de los cuales el productor recibe sólo U$S150,000,000. En consecuencia, y subestimando los datos, al menos U$S8,800,000,000 entran anualmente a las arcas del narcotráfico, tan sólo por la venta de cannabis. Este dinero,evidentemente es destinado a multiplicidad de actividades non sanctas, las cuales comparten todas el razgo general de corrupción y complicidad dentro de todos los sectores oficiales. Las estadísticas oficiales del SENAD acusan para el 2005 una incautación total de poco mas de 66tn de cannabis, lo que representa una perdida para el narcotráfico de U$S 39,600,000 es decir,el 0,44% del total anual estimado. El presupuesto del SENAD para el mismo año asciende a losU$S 225,9157, tal cifra es despreciable en comparación con la cantidad incautada, más aún si consideramos el hecho de que esta agencia no dedica sus recursos exclusivamente a frenar el tráfico de cannabis, sin embargo al tomar en cuenta las partidas presupuestarias del total de los países afectados por el narcotráfico, el monto secuestrado es irrisorio.
Parecería a primeras luces que un aumento presupuestario a las agencias dedicadas a combatir el narcotráfico sería una medida útil al fin de detener este flajelo. Sin embargo, como hemos expuesto, las políticas de contención de oferta bajo el actual status legal del cannabis han demostrado que sin importar cuan grande sea el monto de recursos destinados a esta actividad, la gran rentabilidad que este producto ofrece permitiría costear el incremento de costos derivados de un riesgo mayor.
Incluso, teniendo en cuenta la concentración del mercado acopiador y comercializador ésta actuaría trasladando el incremento de precios al consumidor, tanto por una posible disminución de la oferta como por una rigidez a la baja de los precios en un mercado completamente alejado de la competencia perfecta. Por ende, la contención de la oferta a través de políticas coercitivas no hace más que aumentar el precio y disminuir la calidad del producto en detrimento único del consumidor.
Por el lado de la demanda, podriamos creer que mediante distintas políticas coercitivas ono sería posible contraer la misma y de la mano de una contencion de la oferta, sería posible disminuir el consumo de este estupefaciente. Sin embargo, la realidad es totalmente distinta y lo cierto es que a pesar de lo que se diga, a pesar del riesgo, el precio o la mala calidad, el consumo ha venido aumentando en forma progresiva, así como los programas destinados a controlarlo, sin mostrar los últimos un efecto significativo que justifique el aumento en sus partidas presupuestarias. Y es que en una sociedad de mercado, regida por la satisfacción de las necesidades a través del intercambio y en donde casi la totalidad (en términos relativos) de los bienes demandados se encuentran sujetos a la libre decisión de compra por parte de los individuos, todo tipo de política destinada a prohibir lo que la propia naturaleza del sistema económico fomenta (el intercambio de bienes) es por definición fútil e inpracticable.
Finalmente, en una sociedad capitalista moderna donde la logica de mercado impera en todos los niveles, resulta contradictorio prohibir a un individuo la adquisición de un bien cuyo uso no implica necesariamente para el mismo un perjuicio personal (según su propia lógica y visión) con la excusa de que ésto es beneficioso socialmente, al tiempo que la libertad individual se presenta como el motor del beneficio colectivo.
Ahora bien, hemos visto la dificultad que se plantea a la hora de contener la oferta o demanda de cannabis mediante prácticas coercitivas. Cabe preguntarse ahora que método es práctico a los efectos no de contener o reprimir la oferta y demanda, sino de encauzarlos hacia una zona donde el control estatal exista y esté destinado a reducir el daño al consumidor.También hemos de preguntarnos como sería posible aprovechar la actual situación demarginalidad existente en la población rural dedicada a la producción de cannabis paraimpulsar un mayor desarrollo del sector haciendo rentable la producción de otros bienes. Es decir, la única forma de enfrentar un problema basado en una lógica comercial será aquella que interprete el problema según la misma lógica.
Concretamente, la solución “logica” al tráfico de marihuana vendrá de la mano de aquellos mecanismos que operen sobre las decisiones individuales de los consumidores y productores. Tales decisiones deberán estar imbuidas en la libre elección del agente, haciendo atractivo para el productor otros cultivos. De esta forma, la depresión dela oferta modificaría los precios elevándolos. Por otro lado, la demanda debe ser tratada simultáneamente, no buscando reducirla o dificultando su acceso al mercado sino otorgándole una vía alternativa a éste, donde tanto el precio como la calidad operen como elementos determinantes de las decisiones del consumidor. En tal sentido, el autocultivo se plantea como una alternativa viable para estos fines.
Si imaginamos por un momento que el 20% del total de la producción anual se traslada al autocultivo, la pérdida para el narcotráfico sería de U$S 180,000,000 es decir casi cuarenta y seis veces la cantidad incautada para el 2005 SOLO ENPARAGUAY. Las ganancias para el consumidor son evidentes: mejor calidad, precios nulos y ningún riesgo. Las ganancias para la sociedad serían igualmente provechosas, permitiendo al estado tener un real control acerca del consumo de este estupefaciente, asi como reducir elcosto social que la corrupción implica sobre los sectores más empobrecidos de los países latinoamericanos, y destinar los posibles excedentes derivados de una lucha contra el narcotráfico “más barata” a planes de desarrollo sustentables en la región.
Sin embargo, el autocultivo no es por si mismo una herramienta útil a nuestros fines sino se encuetra debidamente reglamentado y supervisado. El consumidor ha de tener el máximo de información disponible acerca de los potenciales riesgos a su salud (como por ejemplo se hace con el tabaco) así como el estado deberá poseer un sistema de licencias de autocultivo que le asegure por todos los medios controlar las cantidades producidas individualmente para evitar
el potencial desarrollo de un nuevo mercado “cuasilegal”. Quien escribe este ensayo tiene tantas dudas acerca de los potenciales beneficios de la liberacion irrestricta de cualquier tipo de comercio así como de su prohibición.
Los desafíos que se plantean son abundantes. Las preguntas que surgen superan a las respuestas que hemos logrado. Sin embargo algo es seguro: mientras vivamos en una sociedad de mercado, prohibir el consumo o la venta de un bien sólo generará un mercado negro paralelo, donde los costos sociales y económicos son los máximos posibles y dichos costos se trasladaran directamente al consumidor y a la cadena productiva más débil.
El problema subyace y las herramientas hasta ahora empleadas han demostrado ser a lmenos, ineficientes e incluso contraproducentes. Es tarea de todos enfrentar este problema bajo una nueva visión, sin pisotear la libertad y el derecho individual, impulsores del actual sistema económico. Mientras vender sea una practica institucionalizada y el mercado sea un monopolio, cualquier intento de controlar la oferta resultará en un aumento de precios tal que el incremento de costos derivado de un mayor control de las fuerzas represivas se trasladará al consumidor dejando intacta la tasa de ganancia del capitalista,empobreciendo al campesino y envenenando al consumidor, quien se ve obligado apagar más por una calidad igual o peor.
Autor: Emiliatno Ambrosino. UNQ. Septiembre 2008.