El camino elegido por el presidente Bush para sacar a los Estados Unidos de la grave crisis económica y de sus malas perspectivas está produciendo una profunda conmoción en el escenario político mundial. La justificación esgrimida para atacar a Irak sólo resulta creíble para los deseosos de desatar su venganza contra alguna nación árabe. Para el resto resulta claro que el régimen de Saddam es una amenaza que el mundo puede controlar y que la guerra de Bush no es una cruzada contra el mal.
¿Qué razón de fondo esta empujando a Estados Unidos a esta aventura bélica a costa de impredecibles consecuencias en la geopolítica mundial y de muchas naciones en particular?
Los análisis siguen, en términos generales, dos líneas de interpretación que se diferencian por el énfasis puesto en las principales beneficiarias de esta guerra: las multinacionales del petróleo y el complejo militar-industrial. Los sólidos vínculos de estas corporaciones con los más altos funcionarios de la administración Bush le otorgan credibilidad a ambas versiones.
La interpretación más difundida considera como principal razón el despojo de las ricas reservas de crudo de Irak en beneficio de empresas norteamericanas e inglesas. Detrás de las partes estarían, por un lado, los intereses de Exxon, Texaco y la British Petroleum y, por otro, Total Fina Elf (francesa), Lukoil (rusa) y National Oil Company (China), que están operando en ese país y temen ser desplazadas por un cambio de régimen político.
La otra versión revive un clásico: la necesidad de la guerra para salir de la depresión a través de la reactivación del complejo militar-industrial. Máxime, si el financiamiento del espectacular gasto que demandará la invasión de Irak –estimado en el orden de los 100.000 millones de dólares- es solventado con el petróleo de ese país.
En ambos casos, además de los beneficios directos que aportaría la invasión para las multinacionales de la guerra y del petróleo, se contabilizan efectos indirectos para la economía. Esta clara manifestación de hegemonía imperial vendría a templar la desgastada confianza de la población e inversionistas, volviendo a atraer capitales.
Recientemente se ha venido señalando un nuevo argumento de fondo que se suma a los anteriores: el real objetivo de EEUU sería la economía de Europa y, particularmente, el euro. Según esta interpretación fue la decisión de Irak, en noviembre del 2000, de adoptar el euro para sus transacciones de crudo el factor detonante de la situación actual.
En los últimos dos años el dólar se ha depreciado en poco más del 20% respecto del euro. El colapso del "dólar fuerte" junto con el derrumbe de la bolsa han contribuido seriamente a debilitar la confianza sobre la economía de EEUU, lo que ha derivado en una fuerte reversión del ingreso de capitales, agravando la recesión.
En ese contexto cabe preguntarse qué pasaría si otros paises, en particular los miembros de la OPEP, siguieran el ejemplo de Irak y el dólar comenzara a ser sustituido por el euro como moneda de referencia y de reserva mundial.
Esto sería sumamente grave para la economía norteamericana, pues le impediría seguir financiando sus abultados déficit comerciales a través de la "exportación de dólares". El comercio internacional se ha convertido en un mercado donde el mundo produce bienes y EEUU los dólares para comprarlos. De allí, que la deuda actual de EEUU con el resto del mundo alcance a la astronómica suma de 6 billones de dólares, equivalentes a dos terceras partes de su PBI.
De revertirse la confianza que individuos y gobiernos tienen en el dólar se produciría una corrida financiera mundial que llevaría al default de los Estados Unidos, ya que este país no cuenta con los recursos financieros suficientes (euros, yenes, etc.) para honrar sus compromisos. Los argentinos, que hemos vivido las consecuencias de la ilusión del pesodolar o del 1:1 virtual, tenemos el raro privilegio de poder llegar a imaginar una situación de estas características.
Por el contrario, la Europa del euro se vería beneficiada con la prerrogativa de poder emitir la moneda de referencia y reserva internacional. El abandono, en 1971, de la convertibilidad oro del dólar ha facilitado este fenómeno, ya que el privilegio pasa a recaer en la economía que genera mayor confianza. Esto es lo que Estados Unidos pretende evitar.
El petróleo es la más importante de las commodities que se comercian internacionalmente, de allí la trascendencia de la moneda de referencia utilizada en sus transacciones, ya que el efecto contagio de una eventual sustitución por el euro sería devastador. Este supuesto no resulta difícil de imaginar si se considera que Europa es el principal importador de crudo.
En síntesis, detrás de los aprestos bélicos se esconde la intención de sostener la visión de un dólar eternamente fuerte que estimule el ingreso de capitales en los Estados Unidos y evite que la burbuja reviente. Para ello resulta fundamental disuadir a quienes pretendan, como Irak, sustituir el dólar como moneda de transacción y reserva mundial.
Por Alberto Pontoni. Marzo 2003
Como citar este texto:
Clubmacro (01 de Mar de 2003). "La Guerra de Irak". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/articulos/irak (Consultado el 13 de Mayo de 2021)